INSTRUCCIONES PARA SEGUIR ANDANDO
de la fisonomía de los secretos
“Yo canto mis soledades
porque me sobran”
Joaquín Sabina
Paisanaje
porque me sobran”
Joaquín Sabina
Paisanaje
Los hutopos, esos animalitos fantásticos (maravillosos cronopios), son, creo haberlo escrito antes, seres un tanto extraños y (sobre todo) muy necios. Son aquellos que ven a las hormigas caminando en sus pantalones como aspirinas, los que buscan la tela de una araña para columpiar elefantes... Los que viven con sus fantasmas, sus soledades; sus ausencias.
Los hutopos, esos animalitos fantásticos (tristes cronopios), viven entonces con la nostalgia a flor de piel. Se ha escrito también antes; no la nostalgia que los inmoviliza; sino la que, de vez en cuando, los hace regresar sobre sus pasos, tomar el cadáver de sus proyectos, darles respiración de boca a boca y volver a guardarlos, con cariño, en el bolsillo más próximo al corazón. No es de sorprenderse, la nostalgia de los hutopos es, finalmente, sólo otra forma de escribir esperanza.
La esperanza (y la forma en la que se escribe) es importante para los hutopos.
Porque a los hutopos, como a todos, también los persigue el tiempo. Si se les mira bien se puede apreciar el peso de los días en sus rostros, en sus andares... Y eso es lo importante, porque algo de derrota se mira en el fondo de sus ojos, pero siguen andando.
Porque es muy fácil seguir andando sin cansancio. Más fácil es dejarse vencer y detenerse, refugiarse en la seguridad y en el “así son las cosas”. Pero los hutopos (que ya se ha escrito, son muy necios) están cansados y siguen andando.
No debe ser para extrañarse; los hutopos tienen un secreto.
Tomemos a éste por ejemplo, mirémoslo bien; las experiencias (que no los años) le pesan, pero sobre todo le pesan sus soledades (porque si algo tiene ser animalito fantástico, es sentirse solo). No es raro que el amanecer lo descubra en el desvelo, incluso cuando duerme, sólo descansa en breves intervalos de un duermevela inquieto.
Tomémosle como ejemplo. Se busca en otras sonrisas, amanece en sábanas que fueron tempestad con otro nombre; pero siempre regresa a sus ausencias. No se malinterprete; quiere y es querido por quien a su lado duerme, es sólo que (lo sabe bien) son otras constelaciones las que busca en el firmamento de la madrugada. Palabras compañeras que hoy son silencio.
Mirémosle, la nostalgia camina a su lado y la soledad es compañía constante, pero sigue caminando... Él tiene un secreto.
Es un secreto sencillo y tiene que ver, se ha dicho ya, con la esperanza y con la manera en que se escribe.
Sigámosle. Mirémoslo tomar el sombrero de carnaval (el tricornio, el de los cascabeles en las puntas), observémoslo hacer una reverencia exagerada ante sus fantasmas. Toma aliento, cierra los ojos un momento y empieza a caminar.
Hemos sido testigos de su secreto... Es un secreto sencillo, basta con cerrar los ojos y recordar los ojos ausentes, la risa que hoy es silencio. Basta para seguir caminando.
Es un secreto sencillo, queda escrito, porque un mundo donde esa risa habita y un amanecer en sus ojos (sin importar distancias, silencios y ausencias), son razón suficiente para seguir caminando.
Es un secreto sencillo; buscarse en otros ojos, otras risas y recordar que esperanza bien puede escribirse con cinco letras.
Los hutopos, esos animalitos fantásticos (tristes cronopios), viven entonces con la nostalgia a flor de piel. Se ha escrito también antes; no la nostalgia que los inmoviliza; sino la que, de vez en cuando, los hace regresar sobre sus pasos, tomar el cadáver de sus proyectos, darles respiración de boca a boca y volver a guardarlos, con cariño, en el bolsillo más próximo al corazón. No es de sorprenderse, la nostalgia de los hutopos es, finalmente, sólo otra forma de escribir esperanza.
La esperanza (y la forma en la que se escribe) es importante para los hutopos.
Porque es muy fácil seguir andando sin cansancio. Más fácil es dejarse vencer y detenerse, refugiarse en la seguridad y en el “así son las cosas”. Pero los hutopos (que ya se ha escrito, son muy necios) están cansados y siguen andando.
No debe ser para extrañarse; los hutopos tienen un secreto.
Tomémosle como ejemplo. Se busca en otras sonrisas, amanece en sábanas que fueron tempestad con otro nombre; pero siempre regresa a sus ausencias. No se malinterprete; quiere y es querido por quien a su lado duerme, es sólo que (lo sabe bien) son otras constelaciones las que busca en el firmamento de la madrugada. Palabras compañeras que hoy son silencio.
Mirémosle, la nostalgia camina a su lado y la soledad es compañía constante, pero sigue caminando... Él tiene un secreto.
Sigámosle. Mirémoslo tomar el sombrero de carnaval (el tricornio, el de los cascabeles en las puntas), observémoslo hacer una reverencia exagerada ante sus fantasmas. Toma aliento, cierra los ojos un momento y empieza a caminar.
Hemos sido testigos de su secreto... Es un secreto sencillo, basta con cerrar los ojos y recordar los ojos ausentes, la risa que hoy es silencio. Basta para seguir caminando.
Es un secreto sencillo; buscarse en otros ojos, otras risas y recordar que esperanza bien puede escribirse con cinco letras.
Mario Stalin Rodríguez
Octubre de 2007
Octubre de 2007
P.D. que se disculpa por si las dudas
No sé si logré postear bien el video... Por si las dudas, podeis verlo acá:
No sé si logré postear bien el video... Por si las dudas, podeis verlo acá:
Etiquetas: tratado sobre la necedad