miércoles, septiembre 30, 2009

Nota Programada

Si esta nota llega a publicarse significa que llevo más de dos semanas sin poder actualizar como es debido, esto es; metido hasta el cogote en algo que me impide acceder... Pero las fechas se acercan y la memoria debe preservarse, por ello dejo esta entrada programada...
Supongo que estoy Bien, si no lo estuviera esta nota no se publicaría... Y supongo, también, que regresaré más pronto que tarde... Espero.

ASALTO AL CIELOMéxico, 1968

Mario Stalin Rodríguez

Si me preguntáis de dónde vengo,
tengo que hablar de cosas rotas
Pablo Neruda


¿Qué pasó? ¿Lo recuerdas? Éramos tan jóvenes, tan llenos de ilusiones y promesas. Intentábamos construir nuestros propios mañanas, así; sin instrucciones, siendo nosotros mismos... Éramos tan jóvenes y ellos... Ellos nos odiaban tanto.

¿Qué pasó? Empezó con unos estudiantes siendo idiotas en una plaza pública. No tenía mayor fondo, sólo dos grupos de jóvenes presas de una rivalidad artificial y estúpida... Pero ellos nos tenían miedo, ¿lo recuerdas? Un miedo irracional.
Antes, en el Mayo francés, otro grupo de jóvenes había tomado las universidades y las calles, había ensañado un mundo sin autoridades ni autoritarismo. Antes, en la primavera, Praga se llenó con los claveles de un socialismo con rostro humano. Antes, en el Norte, los jóvenes como nosotros cuestionaban al poderoso y sus guerras.
Pero ellos nos tenían miedo, tanto miedo.
Antes, en el Mayo francés, la policía reprimió, encarceló y asesinó a quienes sólo querían una oportunidad para construir un mundo distinto. Antes, al final de la primavera, los tanques pisotearon las flores de Praga. Antes, en el Norte, la bestia seguía mandando a sus jóvenes a morir en tierras extranjeras; en una guerra que no comprendían, pero condenaban.
Eso fue antes, ahora dos grupos de jóvenes peleaban una rivalidad artificial y estúpida... Y ellos nos tenían miedo.
Las cosas se suceden rápidamente; la policía reprime, la policía golpea y secuestra; dispara sobre nosotros... No ya sobre quienes peleaban estúpidamente en una plaza pública, no; sino sobre todos nosotros.
Las fechas se suceden rápidamente:
- 22 de Julio, enfrentamiento entre los estudiantes de las vocacionales 2 y 5 contra los de la preparatoria particular Isaac Ochoterena. La policía reprime, la policía golpea, la policía dispara sobre nosotros.
- 26 de Julio, represión a una marcha estudiantil por el aniversario del inicio de la revolución cubana, en el primer cuadro de la ciudad. La policía reprime, la policía secuestra, la policía dispara sobre nosotros... Fue José R. Cebreros, líder de la gobernista Federación Nacional de Estudiantes Técnicos (FNET), quien pido su intervención.
- 29 de Julio, al término (no, en realidad nunca termina) de un enfrentamiento entre estudiantes y policías en el primer cuadro, el tráfico vehicular es suspendido en esa zona; nadie entra y nadie sale. La policía reprime, la policía golpea, la policía secuestra, la policía dispara sobre nosotros... Nos refugiamos en San Ildefonso, la Prepa 1…
En la madrugada escuchamos sus vehículos acercarse, sus botas sobre el adoquinado, sus gritos susurrados... La histórica puerta voló en pedazos y sus botas pisotearon los escombros.
No ya la policía; el ejército reprimía, el ejército golpeaba, el ejército secuestraba, el ejército disparaba sobre nosotros en las preparatorias 1, 2 y 5 y en la Vocacional 5.

No éramos un grupo guerrillero, no una organización subversiva financiada por el oro de Moscú, no nos interesaba detener las olimpiadas... No, nuestras peticiones eran mucho más simples...
- Desaparición de la FNET, de la Porra Universitaria y del MURO, organizaciones, todas, ligadas al gobierno y la represión.
- Expulsión de las escuelas de los miembros de estas organizaciones.
- Indemnización para los heridos y las familias de los muertos.
- Liberación de nuestros compañeros encarcelados y de los líderes ferrocarrileros Demetrio Vallejo y Valentín Campa.
- Disolución del cuerpo de granaderos y otros aparatos de represión.
- Derogación del artículo 145 del Código Penal sobre el delito de disolución social.
Pero ellos nos tenían miedo... Nos odiaban.

El 30 de Julio, en la mañana, fue el rector quien izó la bandera de Rectoría a media hasta... “Hoy es un día de luto para la Universidad; la autonomía está amenazada gravemente (...) La autonomía no es una idea abstracta, es un ejercicio responsable que debe ser respetable y respetado por todos”.
“Estamos preparados para repeler cualquier agresión y lo haremos con toda energía”, declaró el infame Marcelino García Barragán... El asesino.

El primero de Agosto, en la explanada de Rectoría, estábamos todos. Las autoridades de la UNAM encabezadas por Javier Barros Sierra, los maestros y estudiantes, los politécnicos, los normalistas, los de Chapingo, los del Colegio de México y la ENAH.
Estábamos todos; “A las bayonetas no se les oponen los puños... Sólo la razón”. Estábamos todos; no a la violación de la Autonomía, no a la ocupación militar de las escuelas, no a la represión como diálogo...
Estábamos todos y a nuestro paso por las calles, muchos más todos se nos fueron uniendo... Y así, sin proponérnoslo, sin darnos cuenta siquiera; nos convertimos en disidentes. Los constructores del otro mundo posible en el que la libertad puede aparecer...
Quiero decir que confío en que todos sepan hacer honor al compromiso que han contraído (...) Sin ánimos de exagerar, podemos decir que se juegan en esta jornada no sólo los destinos de la Universidad y el Politécnico, sino las causas más importantes, más entrañables para el pueblo de México (...) Afianzaremos no sólo la Autonomía y las libertades de nuestras casas de estudios superiores, sino que contribuiremos fundamentalmente a las causas libertarias de México. Vamos pues, compañeros, a expresarnos.
Ing. Javier Barros Sierra
1° de Agosto de 1968.

Y nacen las asambleas maratónicas en las escuelas, los discursos exaltados y moderados, las brigadas populares, los mítines relámpago en calles, mercados y plazas públicas, la solidaridad social, los círculos de estudios... El transformar el mundo a base de vivirlo de otro modo.
Transformamos Ciudad Universitaria y las escuelas en nuestras casas. Dormíamos en el Casco de Santo Tomas, desayunábamos en las preparatorias, nos reuníamos en el auditorio de Filosofía y Letras... Construíamos opciones donde, nos dijeron, sólo cabía el conformismo.
Así nació el Consejo Nacional de Huelga (CNH)... Así, sin proponérnoslo, empezamos el asalto al cielo.
Y ellos nos tienen miedo... Nos odian.
Continúa la represión selectiva y descarada, Las brigadas populares son asediadas por la policía, los desparecidos se multiplican; los muertos, nuestros muertos, suman decenas.
Ellos nos tienen miedo... Nos odian.
Para ellos somos una banda de delincuentes, grupos terroristas interesados en desestabilizar las sagradas instituciones; extranjeros perniciosos... Las mismas mentiras de siempre.
Ellos nos tienen miedo... Nos odian.
Porque seguimos siendo todos, cada vez más todos. Los estudiantes, El ama de casa, la niña fresa, el joven lumpen, el proletario, el obrero, el campesino, el minero, los ferrocarrileros, Demetrio Vallejo encarcelado, Rubén Jaramillo asesinado, los médicos del Seguro Social... Todos, cada vez más todos.

El 27 de Agosto fue un error, nuestro error.
Porque éramos ingenuos y no cabía en nuestra mente que quien hablaba se había vendido... Una guardia permanente en el zócalo, se propuso al micrófono. Tres mil seiscientos estudiantes que esperarían hasta que las puertas de Palacio Nacional se abrieran para iniciar el diálogo público... Y nosotros, ingenuos, aplaudimos.
Cerca de la una de la mañana las puertas de Palacio Nacional de abrieron... Y vomitaron tanques. De las calles adyacentes surgieron soldados, motociclistas y granaderos. Golpearon, secuestraron, reprimieron; dispararon sobre nosotros.
Una trampa; una forma de tenernos en un solo lugar y desprotegidos... Una forma de acabar con nosotros y sembrar entre el resto el desconcierto y el desánimo... Y nosotros, ingenuos, caímos en ella aplaudiendo...
Fueron los propios soldados los que, después, colgaron una insignia rojinegra del asta bandera; un pretexto posterior para justificar su salvajismo.
Pero éramos todos. Tan todos que al día siguiente, cuando el Departamento del Distrito Federal organizó la mascarada de un desagravio espontáneo a la bandera, fueron sus propios burócratas los que gritaron “Somos acarreados”.
Y nosotros, los estudiantes, los que éramos todos, surgimos entre la multitud y organizamos mítines relámpago. Incluso nos dimos el lujo de hacer un pequeño desfile y cantar el himno nacional... De nuevo se abrieron las puertas de Palacio Nacional y vomitaron tanques y soldados.... Golpearon, secuestraron, reprimieron; dispararon sobre nosotros, sobre todos.

El 13 de Septiembre nuestro grito es el silencio.
Se hablaba de represión, de pérdida de fuerzas, de falta de apoyo; del fin del movimiento... Pero salimos a la calle y a nuestro paso la columna aumentaba. De las ventanas de Reforma colgaban cartulinas y mantas, la gente se sumaba espontánea... Éramos todos, cada vez más todos... Y nuestro silencio era ensordecedor.
Miles llegaron al Zócalo; los recibieron las campanas de catedral... En la noche, miles de antorchas improvisadas alumbraban la plancha... Volvimos y fuimos, efectivamente, millones; todos.

El 15 de Septiembre otro fue nuestro grito.
En la explanada de Rectoría, en voz de Heberto Castillo, celebramos nuestra independencia... Un grito que el Poder no pudo soportar.
El 18 de Septiembre, en la madrugada, el ejército entró en Ciudad Universitaria. Golpeó, reprimió, secuestró; disparó contra nosotros.
El 23 tomaron a sangre y fugo el Casco de Santo Tomas, la Vocacional 7, Zacatenco...
Mientras seguía la represión callejera, las brigadas eran hostigadas, las casas vigiladas, compañeros, sus familias y amigos desaparecían sin mediar explicación alguna...
Éramos tan jóvenes... Y ellos nos odiaban tanto.

Semiclandestinos, seguimos organizándonos. Las brigadas seguían saliendo a las colonias, los mítines callejeros continuaban... No podían exterminarnos, porque éramos todos.
La tarde del 2 de Octubre estábamos entre la multitud, ¿lo recuerdas? Vimos salir las bengalas verdes del helicóptero, “cómo en Viet Nam”, dijiste. Escuchamos los disparos provenientes de los edificios adyacentes a la plaza.
Los vimos venir, con sus guantes blancos y sus gritos... Y vimos a los soldados y a las tanquetas... Y corrimos... Y encontramos la puerta de la iglesia cerrada, pese a nuestras súplicas la puerta siguió cerrada.
Y vimos a los caídos y seguimos corriendo...

¿Cuántos caímos esa tarde? ¿Y en la noche y la madrugada? Cuando los soldados entraron a los departamentos y sacaron a los sobrevivientes y heridos de sus improvisados escondites.
Los testimonios hablan de camiones repletos de cadáveres.
Las crujias de Lecumberri y las celdas clandestinas del Campo Militar Número Uno se llenaron...
Y ellos, que nos temían tanto miedo, quedaron impunes...
Pero nosotros seguimos... Volvimos a la vida y nos seguimos encontrado, es decir; caminando.
De vez en vez no encontramos en las calles, en las manifestaciones. A veces los mismos rostros, a veces distintos, nuevos, más jóvenes; pero los mismos.
Algunos se transformaron en guerrilla urbana, algunos más en militantes clandestinos constructores de un auténtico partido proletario; soñadores. Otros, presas del desánimo, se refugiaron en la cotidianidad. Otros traicionaron o se vendieron.
Pero nosotros, los que éramos todos, seguimos... Volvimos a la vida y nos seguimos encontrando, es decir; caminando... Aquí estuvimos en los 70, sobrevivimos el halconazo del 10 de Junio de 1971, sacamos fuerza de flaqueza y desenterramos nuestra solidaridad y a nuestros hermanos en 1985, vivimos el 86 al lado de los estudiantes de la UNAM, el 88 con todo el pueblo. En el 94 nos cubrimos las caras o salimos a las calles, en 2006 habitamos sobre la avenida Reforma...
Aquí seguimos. A veces con los mismos rostros, a veces distintos, nuevos, más jóvenes; pero los mismos... Esperando, construyendo el día en que, más temprano que tarde, concretemos el asalto al cielo.

Sobre el testimonio de María Teresa Cuéllar Salinas, mi madre
Estudiante de la Vocacional Número 7 del IPN, en aquel entonces, que perdió un zapato en la Plaza de las Tres Culturas y me enseñó (y enseña) a vivir con la dignidad de quien prepara el asalto al cielo...

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jueves, septiembre 10, 2009

PEQUEÑOS APUNTES SOBRE LA MENTIRA

Cuenta el absurdo usurpador sus mentiras...

Hay quien conociendo la verdad, repite las mentiras del aprendiz de dictador, pues teme a los distintos.


Cuenta el absurdo usurpador sus mentiras...

Hay quien ignora la verdad y las cree, pues desconoce la forma de soñar un mañana distinto.


Cuenta el absurdo usurpador sus mentiras...

Hay quien conoce la verdad, pero las cree. Pues se cuenta en la intimidad del autoengaño que el mundo distinto sólo fue un sueño efímero.


Cuenta el absurdo usurpador sus mentiras...

Borra identidades, las suplanta por pálidos reflejos. Lo que antes fue no es más que el apéndice del imitador.


Cuenta el absurdo usurpador sus mentiras...

En las sombras, solitarios pero sumando, los necios aprestan la memoria, es decir; el mañana.


Mario Stalin Rodríguez

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jueves, septiembre 03, 2009

De las noticias que comentamos...


Hace algún tiempo, en México poco más de 60 infantes murieron calcinados en un incendio provocado, principialmente, por la neglegencia de las autoridades encargadas de vigilar las estancias infantiles del Seguro Social.

Hace algún tiempo, se perpetuó la usurpación de quien imita, miente y ordena silencios...

Hace algún tiempo, en Honduras, los mismos perros con los mismos collares atacaron y destrozaron en un momento el largamente acariciado sueño de una estabilidad política fundada en la democracia en América Latina...

Y los usurpadores, los culpables y ridículos aprendices de tirano... Y quienes sus mentiras repiten y sus silencios apoyan... Comenta sobre... Michael Jakson?

Lejos, en las sombras, los necios afilan la memoria...

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