miércoles, septiembre 29, 2010

2 DE OCTUBRE EN SILENCIO

Reiteramos que nuestro Movimiento es independiente de la celebración de los XIX Juegos Olímpicos y a las fiestas cívicas conmemorativas de nuestra Independencia, y que no es en absoluto intención de este Consejo obstruir su desarrollo en lo más mínimo. Reafirmamos, además, que toda negociación tendiente a resolver este conflicto debe ser publica.

La marcha partirá a las 16 horas del día de hoy, viernes 13, del Museo Nacional de Antropología e Historia, para culminar en un gran Mitin en la Plaza de la Constitución.

Ha llegado el día en que nuestro silencio será más elocuente que las palabras que ayer acallaron las bayonetas.


Recostado en el sillón de la sala de su nieto lee, por enésima vez, el volante que el 13 de septiembre de 1968 una niña de ojos ensoñadores le entrego en la marcha del silencio.

La imagen aún lo persigue en sueños; mientras él hacia guardia a la altura de 5 de mayo, en espera de las órdenes de sus superiores, ella llegó, una mordaza cubría gran parte de su rostro, pero no sus ojos. Cuando le entrego el volante también le regaló una pequeña, blanca rosa. Al despedirse, en silencio como siempre, volteo la mirada y sus pupilas parecieron pedir un solo instante de paz.

Sus recuerdos traen también la luz de las bengalas verdes. Ahora es 2 de octubre, los gritos eran el único silencio que de ahora en adelante él conocerá.

Entre la multitud pareció reconocerla, ella volteó al cielo con sus enormes ojos y, por un momento, su mirada se fijo en la de él; "Sálvame" parecía decir; "Mi justo silencio no ha hecho más que perturbar al poderoso".

Todavía hoy, adormilado en el sillón de casa de su nieto, se esfuerza por imaginar la voz de aquella que sólo vio dos veces, y los gritos aún resuenan en sus oídos.

Mario Stalin Rodríguez

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miércoles, septiembre 22, 2010

TUMBA A RAS DE AIRE

Mario Stalin Rodríguez

Deambula por los espacios libres, cazando, buscando agua cada vez más escasa. El aire también empobrece con el tiempo; el ambiente huele a muerte.

Los otros, los que no logran moverse por sí mismos, dejaron de llorar, respiran cada vez con más dificultad... Ha intentado alimentarlos, sin garras no pueden cazar, piensa. Les lleva el producto de sus exploraciones, se los coloca sobre el pecho, lo acerca a sus bocas; nada... Sin dientes no pueden comer, lo sabe.


A veces escucha ruidos, piedras que se arrastran y voces; muchas voces.

Nunca ha entendido las voces de los grandes, pero sabe que pueden ayudar, no tanto a ella; ella sabe deambular por los espacios libres, ella aún puede cazar y buscar agua. Su preocupación son los otros, los indefensos envueltos en telas polvorientas, los de los miembros torpes, los que dejaron de llorar y respiran con dificultad; ellos no pueden cazar, no tienen garras, no tienen colmillos, no saben moverse por sí mismos.

Por eso se dirige hacia las voces y les grita pidiendo ayuda, rasca a través del concreto... Llama a los grandes con palabras que no entienden.


De pronto una luz... El aire que entra y se renueva como promesa.

Una mano la alza en el aire, la acurruca contra el pecho pequeño, casi infantil; susurra palabras incomprensibles de alivio, tratando de tranquilizarla.

Ella escapa, huye hacia donde se encuentran los otros; sabe que no habrá una mejor oportunidad... Llama a los grandes, pero no acuden, se quedan lejos; mirándola. Desesperada araña suavemente un brazo, los pulmones cansados se llenan de un aire renovado y lloran con más miedo que dolor.

De pronto más manos, más voces... Herramientas que destrozan el concreto y se llevan lejos los escombros; los grandes llegan hasta los indefensos... Ella observa y se acerca a los brazos que la rescataran, maullando al sol y al aire que no huele a muerte.

El 19 de Septiembre de 1985 un temblor de 6.5 grados en la escala de Ritchter azotó la Ciudad de México. Entre cinco y 10,000 personas fallecieron en la tragedia, millones se quedaron sin casa y sin patrimonio.

Después de cuatro días (cerca de 100 horas después del temblor), 16 recién nacidos y un gato fueron rescatados con vida de las ruinas de lo que fuera el Hospital General del Seguro Social. Sus salvadores fueron voluntarios, cuadrillas de rescate improvisadas por voluntarios, sin más herramientas que las que trajeron consigo, sin mayor recompensa que el deseo de ayudar... Una sociedad civil que ate la tragedia se descubre y organiza.

A 25 años, nuevas tragedias exigen nuevos despertares.

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jueves, septiembre 16, 2010

ENSOÑACIONES INFANTILES

Para Lucio

Tal vez lo sepas, tal vez no; en algunas casas viven las hadas.

No en todas, es importante anotarlo; sólo en aquellas en dónde se sabe soñar y sólo en aquellas en donde hay bebes. Porque las hadas, debes saberlo, alimentan los sueños y viven en los cuartos de los bebes, enseñándoles a soñar.

Tal vez lo sepas, tal vez no; a las hadas las envía su majestad Sueño, señor de los reinos oníricos, porque no nacemos sabiendo soñar... O tal vez sí, en cuyo caso ellas sólo nos enseñan a reconocer los sueños... En última instancia, supongo, no importa.

Te decía que en algunas casas viven las hadas. Se acercan de no che al bebe y susurran a su oído... No susurran sueños, esos cada quien los construye, susurran música. Es un canto muy especial, se parece un poco al que escuchas cuando, adulto y enamorado, miras las estrellas... Se parece, pero no es el mismo; éste es un canto especial, es el canto con el que se tejen los sueños.

Hay hadas un poco torpes, la verdad, y se tropiezan cuando se acercan al bebe... Y lo despiertan. Entonces éste recuerda que tiene hambre, o se siente húmedo o solo y llora.... Y llegan sus padres y lo atienden... Y el hada debe esconderse, porque los adultos no pueden ver a las hadas, porque las hadas no existen.

En realidad tampoco los bebes saben cómo ver a las hadas, eso se aprende un poco más tarde, cuando empezamos a ser niños. Por regla general, en las casas donde hay hadas y bebes, los únicos que saben verlas son los gatos.

Porque tal vez lo sepas, tal vez no; pero los gatos también son enviados de su majestad Sueño, señor de los reinos oníricos...

Mario Stalin Rodríguez

Septiembre de 2010


P.D. que procastina
Tenía un post preparado para la semana anterior, el primero de una serie sobre fauna curiosa y virtual... Pero llegó la última noche en su casa y sin tocar su cama y quedó pendiente.
Tenía un post preparado para esta semana, uno sobre efemérides, conmemoraciones y memoria, pero tal vez no la efemérides que creen.
Hay un correo que debo enviar, uno que habla sobre la ficción, sus fuentes de inspiración y otros asuntos sin importancia.
Hay una web museográfica que debe ser creada y para la cual necesito recuersos económicos y de los otros.
Hay tantas cosas, tantos pendientes... Pero de pronto llegó Lucio... Y todo puede esperar una semana o más.

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miércoles, septiembre 01, 2010

MADRUGADA Bis

INFORME DE ACTIVIDADES AGROPECUARIAS EN LA REGIÓN DEL SAHARA ORIENTAL EN 1965
Un pasillo solitario, uno como el que hay en todas las bibliotecas, donde se guardan los informes agropecuario o de gestión de las administraciones pasadas… Ahí la arrinconas contra los estantes... Y mientras trata de convencerte de que no, que hay mucha gente, miras alrededor... Y al saberse sin testigos, besas sus labios.
Tus manos, entonces, van a su cintura... Se escurren por debajo del pantalón y acarician sus glúteos.
Trata de convencerte que no... Que es un lugar público... Tratas de tranquilizarla, le susurras al oído palabras de amor… Tus manos juegan con el borde su blusa.

"Pero... Por favor, mira que hay mucha gente”...

Acaricias su espalda por arriba de la blusa… Besas su cuello…

“Que esto no es lugar para”...

Una pierna juega entre sus muslos… Besas sus labios para acallar sus protestas… Tus manos suben hasta su pecho, por arriba de la blusa buscan sus pezones… Sigues besando sus labios.
Tus manos regresan a su cintura, entran por debajo de la blusa, buscando el sujetador, entran por debajo de él… Una mano presiona su seno izquierdo.

“Ay... ay cariño por favor”...

Lentamente, sobre su cabeza, sacas la blusa... Besas sus labios, bajas por el cuello, besando la base de éste, sus hombros, bajando hasta los senos. Al principio, sólo trazas el contorno de sus pezones con la lengua… Después los besas.
Llenas con su seno tu boca, succionando sólo un poco.
Desabrochas su pantalón... Tu mano busca vello, su sexo. Empapas tus dedos de su sabor y los llevas a su boca.

“Mmm”…

Bajas sus pantalones y ropa interior por sus muslos y llegan tus besos a su sexo.

“Por favor... Que no estamos solos hombr”...

Entra tu lengua en sus humedades. Con una mano en sus glúteos, la otra en sus senos, tu boca en su sexo y sus manos alborotando tu cabello.
Subes a través de su vientre, deteniéndote solo un poco en medio de sus senos.
Tomas su pierna izquierda con la mano y la haces subir hasta tu cintura… Entonces... Penetras… Ahí, de pie entre los libros.

Besas su boca.
“Calla”, le dices al oído... Te amo. Un libro cae del estante... A lo lejos se escucha un "shts".
La besas para reprimir sus palabras y para probar una vez más el sabor de sus labios.
Sus labios en los tuyos... Tu mano en su cintura, la otra en su muslo. Tu sexo en el suyo…
Tan lejos y tan cerca la gente estudia.

“Co... como alguien nos vea”...

De nuevo, la besas.
Bajas tu mano hasta tus glúteos... Los dedos juegan un poco en medio de ellos. Uno de ellos describe el perímetro de sus profundidades y, trayendo un poco de su jugo, entra.
Le besas el cuello y tomando con un poco de fuerza el muslo, penetras en su sexo aún más... Besas los labios y entras un poco más.
Tu dedo entra y sale de ella. Abraza tu cintura con su pierna y tu mano sube a su pecho.

“Estás loco... Loco”...

Entras un poco más y la arrastras contigo hasta quedar de cuclillas en el piso. Apoyas la espalda en la estantería de enfrente, ella, de cuclillas frente a ti, empiezas marcar el ritmo.
Arriba y abajo, hacia atrás y adelante... un poco de lado.
Acaricias su espalda, el pecho… Besas sus labios.
Dejándote tendido, con la espalda apoyada en la estantería, te obliga a salir y lleva su sexo hasta tus labios… Pruebas con tu lengua sus sabores, humedeces sus profundidades.
Vuelve a colocarte sobre ti, con sus manos dirige tu sexo hacia el suyo, lo evita... Te hace entrar por sus profundidades.
Le besas en los labios.
Bajando lentamente, te hace entrar cada vez más en ella.
Arriba y abajo, hacia el frente y atrás, un poco a los lados... Beso sus labios y su cuello… Acaricias su espalda y sus senos.

“Me vuelves loca”...

Muerde tu hombro para contenerse un poco.
Le susurras al oído... Y besándola, dentro y junto a ella, derramas…

Vestidos... recuperadas las ropas del piso junto al libro que se cayó... Disimuladamente salen de entre las estanterías con éste bajo un brazo. Cuando llegan a la mesa donde han dejado abandonadas sus cosas y el portátil de ella, se dan un beso inocente en los labios.
La encargada, que casualmente pasaba por ahí, los mira con reprobación y se aleja murmurando algo sobre lo que se puede o no hacer en una biblioteca...
Se miran y sonríen mutuamente.
Sonrojada como fruto de huerto, te dice: “Es la última vez que me acompañas a estudiar a la biblioteca”...
Sólo puedes esperar, en secreto, que no cumpla su amenaza.

Mario Stalin Rodríguez

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