miércoles, octubre 24, 2012

Colaboraciones 02

Seguimos con las colaboraciones a cargo de la Capitana sobre los personajes del Jardinero del Kaos...

Poisoned

Por Glow Naif


Disclaimer ponzoñoso: Brave/Arthur Thompson pertenece a Jardinero del Kaos y a su obra ‘Legión del Kaos’. Lacerta Lust y Cepheus Kreeden son propiedad intelectual de Glow Naif.

Nota: Este escrito es una especie de ‘crossover’ y un intento de explicar algunas cosas que son parte de mi universo (que está ligado a Eisenkraft y Blue Bark).

Se había quedado solo. Estaba acostumbrado a estarlo, pero ahora que venía con ganas renovadas para ayudar y ser mejor, sus camaradas se habían ido. Era una lástima, pero no podía hacer nada para retenerlos. Merecían un descanso.

¿Podía hacer su trabajo, de todas formas? Ahora podía responder con orgullo que sí, era posible. Entonces, se le ocurrió que atendería todas las llamadas de emergencia, y le daría soporte a la policía, si era requerido. Qué importaba si no tenía poderes, aún era útil. Algo.

Era tiempo que el mundo supiera de qué era capaz.

Durante su primera semana, a Thompson le surgieron muchas dudas: ¿quién demonios cuidaba el edificio cuando se encontraban en alguna misión o emergencia? No recordaba que hubieran contratado guardias o algo por el estilo. ¿Cúantos países estaban cubiertos por su protección? Y ¿cómo era posible que pudieran asistir a tantos, siendo que tan sólo era unos pocos? Fue en ese momento que descubrió algunas asociaciones con otros héroes, cosa de la cual no estaba enterado. ¿Qué otros secretos no sabía?

Se paseó por los pasillos, abriendo puertas e intruseando. Armas secretas, documentos clasificados, ¿nuevos trajes? —esperaba que James no estuviese tras eso, otra vez —, ¡Había hasta un mecha confinado! ¿Cúanto se había perdido?

Arthur iba a devolverse a la sala de reuniones, cuando escuchó un ruido extraño provenir desde uno de los cuartos. Intentó entrar, pero estaba con seguro. Golpeó varias veces, pensando que alguien podría estar allí, ¿algún empleado, quizás?

—¡Abra la puerta en este mismo instante o usaré la fuerza!

Ésta se entreabrió; el lugar estaba a oscuras a excepción de la luz proveniente de pantalla de un computador. Brave apretó los puños y avanzó, listo para defenderse. El portazo detrás suyo lo sobresaltó; quiso darse vuelta, pero alguien muy grande lo embistió de manera brutal, hasta dejarlo en el suelo.

—Déjalo, Cepheus. Está solo y no es el más poderoso del grupo. Es todo lo contrario.
—¿¡Quiénes son ustedes!?

Uno de ellos encendió la luz. Era dos personas. Más bien una; el otro era un monstruo cornudo de al menos dos metros y medio de altura. Arthur se arrastró en el suelo, intentando escapar, pero aquella criatura puso un pie frente a su rostro, casi aplastándolo. La voluptuosa dama caminó hasta él y se encuclilló para hablarle.

—Cariño, ¿sabes? Tenemos un problema. Estamos intentando localizar a uno de tus camaradas, un nuevo recluta de tu colorido grupo, es un tipo alto, de pelo violeta parecido al mío.
—¿Eisenkraft?
—¿Así lo conocen por estos lados? Vaya, a ese le gusta cambiarse el nombre—dijo la mujer, meditando un momento —. Eso, Eisenkraft. Dulzura, ¿nos podrías decir dónde podríamos contactarlo?

Incluso si estaba en graves problemas, y el demonio lo tenía bastante atemorizado, sus ojos estaban depositados en sus enormes pechos. Distraían mucho.

—Son implantes, si es que te estás preguntando eso.
—¿Eh?
—Lacerta, ¿quieres que le extraiga la información a puñetazos? —intervino Cepheus.
—Calma, hermosura. Él nos dará lo que deseamos, ¿no es así?

No sabía qué responderles. Si supiera, les hubiera dibujado hasta un mapa, pero la verdad era que no tenía la más mínima idea de su paradero. Precoz y Blue Bark estaban perdidos junto con él. Se preguntaba si alguien de Legión aún recordaba ese ‘pequeño’ detalle.

Tragó saliva. Las manos de ese tal Cepheus podían romper su cráneo. Iba a abrir la boca, pero Lacerta depositó su dedo índice sobre sus labios.

—Haré las cosas más fáciles para ti.

Colocó ambas manos tras la nuca de Brave, y se acercó a él como si fuera a besarlo. Se detuvo apenas a unos centímetros. Sus ojos celeste se volvieron blancos; el hombre podía sentir como hurgaban sus pensamientos, al tiempo que sentía como si tuviera insectos caminando dentro de su cerebro. La sensación era repugnante. De su nariz salió una substancia azulada, que se escurrió hasta llegar a los brazos de la mujer, luego a su semblante, y finalmente entró por sus ojos. El héroe sentía que iba a vomitar.

—El inepto está perdido. Me encontré con la sorpresa que el perro pulgoso se encuentra con él. Nuestro superior se va a enfadar.
—Entonces, este sujeto ya no nos sirve —concluyó Cepheus, tomando a Thompson por el cuello —, ¿qué hacemos con él?
—No gastes energías, está envenenado. Apenas y podrá moverse —acotó Lacerta con cierta malicia.

Había comenzado mal su labor. Brave esperaba ser más competente esta vez, pero no le resultó. ¿Iba a dejarse amedrentar por ellos?

No.

Eso no podía estar sucediendo, ¡no podía permitirlo! Él era un héroe y ellos, por ende, eran villanos. Debía detenerlos. Miró a su alrededor, aún aturdido, y luego a la puerta. Tal vez, podía ir en busca de algún arma. O usar aquel robot gigante. Si lograba salir vivo y llegar hasta el pasillo, quizás podía ganarles.

Con decisión, esperó el momento justo.

Sintió la adrenalina recorrerle y su corazón latió con fuerza, como nunca antes. Luego, inhaló aire y relajó los músculos, para así no detenerse a mitad de camino. En un abrir y cerrar de ojos, Brave corrió hasta la puerta y salió al corredor. Su fuerza de voluntad le había permitido moverse a pesar del ataque mental. Cepheus fue tras él, rompiendo parte de la pared, cuyos pedazos salieron disparados. Ni siquiera miró hacia atrás; sólo se focalizó en llegar a la sala donde había visto el mecha y se subió a él como pudo.

El demonio se quedó quieto; sus ojos amarillentos fijos en su presa.

—¿Cómo echo a andar esta cosa? ¡Vamos, pedazo de mierda!

Y como si esas fueran las palabras mágicas, el robot se accionó, y adoptó una pose de artes marciales. Lacerta se unió a Cepheus después de un par de minutos; ambos se miraron con desconcierto.

—¿¡Ahora qué harán!? —preguntó Brave entre triunfante e histérico.
—Te voy a masacrar —amenazó el demonio, pero fue detenido por la mujer.
—Está bien, tú ganas, corazón. Aunque te advierto, tú no nos quieres como enemigos. También están cometiendo un grave error en dejar que ‘Eisenkraft’ y su mascota estén entre ustedes. La última vez que participaron en un grupo, el resto de sus camaradas desapareció misteriosamente, aparte de distorsionar un mundo completo. No estamos aquí para pelear con víctimas como ustedes, sólo buscamos saldar cuentas y hacer justicia.

Thompson escuchó pero no procesó muy bien la información. ¿Eran sus aliados los enemigos reales?, ¿cuántos traidores había en el mundo? Con esas dudas en su mente, Brave los dejó ir. Los extraños desaparecieron gracias a un agujero interdimensional, formado bajo sus pies que,  literalmente, se los había tragado.

En efecto, Arthur había sido ‘intoxicado’ con aquella manipulación. Si bien sus intenciones no tenían nada de honrado, había cierta verdad en las palabras de Lacerta. Verdad que el león cobarde buscaría.

—Me pregunto si alguien está calificado para manejar este montón de hojalata —se dijo a sí mismo, aún dentro de la cabina —. De seguro es Yoshi. Esos japoneses bizarros...

Como había quedado muy exaltado después del encuentro, y no había tenido oportunidad de descargarse en batalla, a Brave no se le ocurrió mejor idea que salir a dar una vuelta usando aquella máquina. Sí, destruyó un par de edificios sin querer —cuenta que sería cargada a Legión —, pero también hizo un servicio a la comunidad, peleando contra algunos monstruos gigantes, de esos que tanto parecer afectar las costas niponas.

Fin


Continuaremos sediendo estos bits a la Capitana, pero no la próxima semana, porque hay post especial sobre Día de Muertos y cómo celebrar memorias... Ella regresará, con una sorpresa, la noche del 7 al 8 de Noviembre... Y en tres semanas más, la (no tan) magna celebración del 6° NO aniversario de este blog...

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miércoles, octubre 17, 2012

Colaboraciones 01

Se recordará que hace unas semanas publiqué el inicio de una historia protagonizada por los personajes de La Legión del Kaos... Pues bien, con permiso de su creador original, pretendo continuar con esta historia... Pero, dado que los personajes no son míos, nobleza obliga a presentarlos de manera adecuada, recomendado, por un lado, la lectura de los bites en los que originalmente surgieron (oseáse, el archivo del Jardín de Kaos) y dedicando algunos post previos a ellos.
Ahora, como robar los personajes ya me parece suficiente como para, además, poner a trabajar a su creador, los textos de las próximas semanas no serán de él (ni míos, ya puestos), sino de alguien que conoce a estos héroes tanto o más que yo, es decir; la Capitana.
Cabe decir que estos textos se publican hoy, el 24-25 de los corrientes y el 7-8 de Nobviembre próximo, ya que la actualización del 31-1° estará dedicada al Día de Muertos y la del 14-15 a la (no tan) magna celebración del 6° NO aniversario de este blog.
Y ya está, los dejo entonces en la amable compañia de la Capitana, acompañada en los trazos (pero no en los colores) por su servidor.


Sólo puede haber un capitán


Teniente Disclaimer: ‘Capitán Fuego’ (y su nombre real, que desconozco) es propiedad intelectual de Jardinero del Kaos y pertenece a su obra, Legión del Kaos. ‘Captain Shock!’ es un personaje original de Glow Naif.

Agradecimientos: Al autor de esta historia, por supuesto, y a ‘Two steps from hell’ por acompañarme mientras escribía. Excelente música, por cierto.

Nota: Choque de mundos (crossover). Esto es una de las tantas ideas que tenía en mente y que quería desarrollar desde hace mucho, sobretodo porque me encanta esto de los capitanes. ¡Disfrútenlo!


Por Glow Naif

Las turbulentas aguas entorpecían sus movimientos y, por ende, la batalla. Aún así, seguían esgrimiendo con mucho vigor. El navío donde se encontraban se remeció con fuerza gracias a la tormenta, haciendo que uno de los combatientes perdiera el equilibrio. El otro aprovechó la instancia para tomar su espada, que había caído en la cubierta; éste sonrió con malicia y complacencia. No había forma que ella ganara. Se acercó raudo hacia ella, apuntándola con los filos de acero para que no se pusiera de pie.

—Te he vencido, heroína de pacotilla, ha llegado tu hora —dijo el hombre, seguro de su victoria —, sólo puede haber un capitán y ese soy yo, ¡Capitán Fuego!
—¡Eso es lo que tú crees, fósforo!, ¡te derrotaré a toda costa! ¡Prepárate para un shock!

Sin importarle que él tuviera las dos espadas a unos centímetros de su rostro, la mujer levantó ambas manos; de ellas, para sorpresa del villano, comenzaron a salir pequeñas descargas eléctricas. En un abrir y cerrar de ojos, una serie de rayos lo golpearon, haciéndolo volar por los aires y chocar contra el suelo fuertemente.

—¿Ese es el motivo de porqué te llaman ‘Shock’? —preguntó Fuego algo adolorido en el suelo, aún sintiendo la sacudida eléctrica por su cuerpo.
—Por supuesto que no —negó la mujer con una mueca confiada —. Hay muchas más sorpresas por venir.

Enojado, las llamas que nacían desde su cabeza se encendieron aún más, mientras que otras aparecieron en sus manos. Formó una gran bola de fuego y la manipuló hasta lanzarla contra su oponente. Como no tenía forma de defenderse, la muchacha sólo pudo esquivarla saltando hacia un lado y rodando por el piso de madera. La gran masa de energía se estrelló contra uno de los mástiles, prendiendo la madera y las velas. Shock vio con horror cómo caía hacia el mar, desestabilizando el barco. A su vez, una gran ola los arremetió, que los lanzó hacia una orilla. Ambos se agarraron de la baranda para no caer al agua.

Por unos momentos la cabeza del capitán se había apagado, pero las flamas volvieron rápidamente a ésta. La mujer perdió su sombrero, el cual quedó a la deriva. Cuando la nave se ladeó, sus espadas también fueron arrastradas, pero ambos oficiales las alcanzaron a recoger antes que cayeran, para seguir con la batalla. Sí, estaban sosteniéndose con una sóla mano, pero eso no era un impedimento; ellos eran mucho más fuertes de lo que aparentaban.

Entonces el hombre decidió escupir sobre su arma —básicamente, saliva hecha de lava —, para así calentar el filo y derretirlo. Dio resultado. Ella quiso escalar, pero sus rápidas y hábiles estocadas no se lo permitían; tenía mucha desventaja. Logró herirla de forma superficial y de paso rasgarle la ropa.

—Mujer, ya te he ganado, ¿¡vas a dejar de perseguirme!?
—¡No! —exclamó muy enfadada —¡Es mi deber derrotarte!, ¡estás en mi jurisdicción!
—¿Qué?, ¿de qué hablas? ¡Ni siquiera sé de dónde apareciste!

Sin entender a lo que se refería, perdió la concentración; Shock aprovechó aquel lapso para darse un impulso y llegar a cubierta. Lo observó con detención: luchaba por aferrarse al barco, y a juzgar por su expresión, parecía que realmente no sabía de lo que hablaba. Lo había visto en apenas cuatro ocasiones, pero en todas ellas el tipo estaba infringiendo alguna ley. Además, parecía decidido a que no podía haber dos capitanes.

De repente el hombre envolvió su cuerpo completo en llamas, energía que causó que saliera disparado hacia el tormentoso cielo. Quedó suspendido en el aire; habían poderosos relámpagos a su alrededor, que traían consigo fuertes truenos. Su risa maléfica se unió a éstos.

—¡Destrozaré el navío y te hundirás en él! ¿¡Quieres ser un héroe!? ¡Entonces morirás como uno!
—¡Idiota, aún no te das cuenta! ¡Estás soñando, hombre! —gritó Shock con todas sus fuerzas —, con esto me refiero a que estás dentro de un sueño, pero en los dominios que vigilo y protejo. No tengo idea cómo lo has hecho, pero no puedes ‘navegar’ en estas redes.
—¡Eso no es cierto! —contradijo Capitán Fuego —¡¡Muere!!

Una gran llamarada lo envolvió, formando un gran y violento torbellino. Desde su centro, salieron múltiples bolas incandescentes, las cuales azotaron la nave sin piedad. La heroína se cubrió con los brazos de forma instintiva, pero de nada le serviría: la cubierta se hizo pedazos, al igual que la proa y el mascarón, que cayeron en las aguas; el resto de los mástiles se desplomaron y las velas fueron devoradas por aquella vorágine infernal.

Sólo un milagro podía detener a ese monstruo.

—Yo soy esa maravilla —susurró Shock para sí, un tanto pedante.

Cuando la estructura sucumbió ante aquel ataque, la mujer cerró sus ojos y se dio un gran impulso —fuerza que levantó parte de los restos de madera —, para luego volar por sobre el agitado océano, más arriba del tornado de fuego y del capitán que lo provocaba. Las nubes oscuras comenzaron a girar en torno a ella. Al mismo tiempo, un gran agujero se formó en el mar. El hombre sonrió de medio lado; al parecer se pondría aún más interesante. Fuese un sueño, pesadilla o una extraña realidad, la derrotaría igual. Hasta ahora no había mostrado sus poderes, ¿lo creía poca cosa, acaso? Aquel pensamiento hizo que frunciera el ceño y comenzara el ataque una vez más, estuviese lista o no.

Los poderes chocaron estrepitosamente: fuego y viento contra electricidad y agua. Sus miradas se encontraron; furiosos, intensificaron su ofensiva, provocando una profunda alteración en el escenario: desde las profundidades emergieron montañas, y en ellas habían barcos y otras naves. Bajo ellos había un agujero abismal, donde se podían ver estrellas. Sobre sus cabezas se abría lo que parecía ser un portal lleno de luz.

—¿Qué mierda ha ocurrido? —se preguntó Fuego para sí, observando a su alrededor.
—Parece que todavía no me crees. Es hora de partir, capitán —dijo Shock entrecerrando la mirada —, si es que realmente eres uno.

Aquel resplandor aumentó hasta cubrirlos. Luego, el hombre sintió que era absorbido por una fuerza tremenda, que provenía desde abajo. La heroína desapareció de su vista, puesto que un destello lo cegó. Sintió el cuerpo pesado; la caída parecía no tener fin, hasta que...


La alarma de su despertador sonó exactamente a las siete de la mañana.

Odiaba tener que levantarse tan temprano, pero qué más daba: no era de esos villanos multimillonarios que podían financiar a un científico loco para que le construyeran un rayo destructor o cualquier juguetito que se le antojara, no. Ojalá. Pagaba las cuentas e iba al supermercado como el resto. Por eso tenía un trabajo de media jornada en el banco —donde veía a más de un colega durante el día —; soportaba a regañadientes a toda esa gentuza que le preguntaba por el fuego en su cabeza. “Mamá, mamá, ¿qué le pasa al señor?” “¡Dios mío!, ¿se encuentra usted bien?” “¡Su cabeza, su cabeza, llamen a los bomberos!”

—Ya verán.

El mundo sería testigo de su grandeza, algún día. Tendría a la Legión del Orden a su servicio. ¿Y los idiotas del Kaos? Los exterminaría. Sonrió con aquel pensamiento.

Caminaba en dirección al banco, como todos los días —ni modo, no podía tomar el bus; razones obvias —, cuando se acordó del sueño que había tenido. Esbozó una mueca de disgusto al recordar a esa mujer. Si había entendido bien, había estado en una especie de mundo —o universo —paralelo, lo que comúnmente llamaban ‘sueños’, donde la gente podía infiltrarse en otras mentes.

De estar en lo correcto, Fuego tendría mucho qué planear. Después de todo, la batalla estaba inconclusa.

Fin



Por cierto, recuerden que diversas historietas ya aparecidas en este blog, se están republicando (con ya varios contenidos exclusivos... Y ahora hasta una página extra) en Subcultura... Aunque para acceder a los contenidos del HYPE se debe ser usuario registrado.

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jueves, octubre 11, 2012

ESCENARIO


Ella baila.
                Las luces iluminan algunas partes del tablado; danzan con ella.
                Ella baila y tal vez porque ella baila, de pronto, las guerras se detienen. Sólo un instante, sólo mientras ella baila.
                De pronto, tal vez porque ella baila, el caído se levanta un momento, esboza una sonrisa, se sacude el polvo de la chaqueta y echa a andar de nuevo. Todo mientras ella baila.

Ella baila.
                En el palco más caro, el tirano la ve y siente una pequeña congoja en el pecho, a la izquierda, donde debería estar su corazón.
                Ella baila y a las espaldas del tirano, entre las sombras, el que fue caído y está levantado apresta el filo de la esperanza. Ella baila y el futuro se acerca furtivo al tirano.

Ella baila.
                La noche se ilumina y hay fuegos de artificio en el cielo.
                Ella baila y la gente sale a las calles y bailan con ella... Ella baila y el mundo por un momento se detiene, sólo un momento; sólo mientras ella baila.

Mario Stalin Rodríguez
A Nora, mi hermana, porque baila.


Y ya, con esto he acabado con las peticiones pendientes (creo)... La próxima semana regresamos a nuestra normal anormalidad.

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miércoles, octubre 03, 2012

CRÍMENES DE ODIO


Preludio
Palestina, territorios ocupados.
                El muchacho aún sostiene la roca en su mano, no alcanzó a lanzarla cuan la ráfaga de metralla lo alcanzó, cegando su vida. Cayó de espaldas, escupiendo sangre, en su mirada muda se adivinaba su ira contra el invasor.
                Murió, como muchos de sus compatriotas han muerto y el hombre que le veo caer no pudo hacer nada... Como siempre, nunca puede hacer nada, sólo mirar.
                Tal es su maldición desde hace 20 siglos, sólo puede mirar.
                En un principio fue una carga insoportable, pero la larga sucesión de crímenes terminan por insensibilizar a cualquiera y él, de todas formas, nunca fue un ejemplo de empatía hacia el prójimo.
                Ese fue el problema en un principio, su indiferencia hacia el sufrimiento del hijo del carpintero; durante su martirio final, en una caída, le pidió ayuda y él, simplemente, dio paso atrás... Por eso lo condenaron a ser testigo eterno de los crímenes de su pueblo y contra su pueblo.
                Y ahora ve al muchacho tendido en el polvo de la calle, en medio de las ruinas entre las que su gente vive... Por segunda vez en todos estos siglos, siente rabia.
                Escucha a los soldados alejarse, resguardados en la seguridad que les da su tanque, riéndose... El muchacho no era ninguna amenaza para ellos ¿qué peligro podía traerles unas cuantas piedras y palabras iracundas contra el blindaje de última tecnología?.
                El hombre murmura “ממזר” la palabra hebrea para “bastardos” y su voz le suena extraña, en tantos siglos pocas veces ha tenido la oportunidad de hablar. Da la media vuelta... Algún día él dejará de ser testigo, pero no en esta historia.
                Mientras el errante se aleja, entre los escombros que rodean la calle un muchachito se acerca al joven caído, las lágrimas inundan sus ojos; “الأوغاد“, murmura la palabra árabe para “bastardos”... “انتقام” añade la palabra árabe para “venganza”.

Primero
Salió en algún periódico en un pequeño lugar, entre las notas sin importancia; Kabalah, el autoproclamado defensor de la diáspora bonoarense murió asesinado.
Su cadáver fue encontrado desnudo, con una estrella de David marcada en su torso; no hay más detalles. No es que importara, sólo era una anécdota local, una curiosidad más entre las muchas de Buenos Aires; un hombre enfundado en cuero negro que recorría las calles, un camorrista que aprovechaba cualquier mínima oportunidad para provocar a las bandas de neonazis… Un buscapleitos sin importancia.
                Perdido en los callejones de la ciudad, un muchacho árabe se marca el brazo con un cuchillo oxidado; “هو أول” se dice, “es el primero”.

Segundo
-¡Pasen y vean! ¡Admiren a la mujer radioactiva! ¡Maravíllense con el hombre eléctrico! ¡Miren al hombre que puede diagnosticarlos con una sola mirada! ¡Compadezcan al hombre más rápido en la cama! ¡Pasen, pasen al maravilloso mundo de los fenómenos!
                El  presentador, ataviado con lo que en las cortes de Luis XIV habría sido considerado un traje excesivamente elegante, no sobrepasa el metro de estatura. Acomoda su blanca peluca, echa un vistazo disimulado a su espejo de bolsillo, se retoca n poco el pálido maquillaje que cubre su rostro y pone más carmín en sus labios. Vuelve a gritar su cantaleta a las afueras de la carpa.
                -¡Pasen y Vean!...
                Es curioso que nadie repare en que la mujer que paga su entrada trae un enorme martillo colgado del cinto. No un martillo cualquiera; un mazo de batalla vikingo hecho de piedra... Es curioso, pero ni el enano presentador ni el taquillero reparan en él, tampoco la gente que entra junto a ella; tal vez están demasiado absortos en su inusual altura o en la roja cabellera que revolotea libre a sus espaldas... Seguramente los varones se distraen en el generoso escote de su remera o en lo que lascivamente remarca el ajustado pantalón... Tal vez, porque para todo hay gente, algún romántico se perderá en sus infinitos ojos verdes.
                Ella se sienta y observa el espectáculo. No una vez, no dos; en todas las funciones, se sienta, la gente entra y sale, el espectáculo empieza una y otra vez y ella no se mueve de su lugar... Espera.

Tercero
-Kabalah ha muerto.
                Los fenómenos se miran entre sí desconcertados. En otra realidad serían héroes salvadores del mundo, aquí sólo fenómenos de circo, hacinados en una mugrienta carpa de feria en Nueva York.
                El rubio y la pelirroja suspiran al unisono... Sabían que sería difícil, Simón les advirtió, pero tenían que ser ellos, los únicos sin contraparte en esta realidad...
                -¡Kabalah ha muerto!- Grita la mujer frustrada y su manotazo rompe la frágil mesa de madera. “Bueno”, piensa, “al menos así prestan atención”.
                El rubio carraspea, saca un pañuelo de su bolsillo y con él limpia la silla para sentarse, sonríe y parecería que el propio sol asomara a través de sus labios.
                -Permítanme explicarles...

Cuarto
Variety dio la noticia; Arthur Thompson, antigua luminaria de Broadway caída en desgracia, fue encontrado muerto en la piscina del motel que era su residencia. Las primeras especulaciones apuntaban a un accidente alcohólico, pero el toxicológico demostró que no había residuos etílicos en su sangre.
                En un cuarto del mismo establecimiento, con sólo una vela para iluminarlo, el muchacho marca su brazo con el cuchillo oxidado; “هما “ murmura, “van dos”.

Mario Stalin Rodríguez
(sobre personajes creados por Alejandro Golan)


Algunos recordarán que hace ya varias semanas lance, en el twitter y el librocara, una convocatoria para que se me prospusieran temas para posibles relatos e ilustraciones... Los primeros de ellos pudieron ser leídos ya en estos bites, el último tema, que no fue tal, sino una lista de cosa a incluir, fue el propuesto por Alejandro Golan, el otrora Jardinero del Kaos... A quien, por cierto, mucho antes había ofrecido escribir una historia muy específica sobre sus personajes...
Pues bien, tratando de matar dos pájaros de un tiro, esta es la historia que NO escribió Alan Moore sobre la Legión del Kaos y continuará (con más y mejores ilustraciones, lo prometo) si el creador de los protagonistas así lo pide...
Pero no la próxima semana, porque la próxima semana toca saldar una deuda con mi hermana..
Y, mientras tanto, ¿le he comentado ya que soy subculturista?

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