jueves, enero 31, 2013

APUNTES SOBRE EL MIEDO

I
En la oscuridad asechan los otros, los extraños. A veces, desde su cama, les escucha susurrar en un idioma incomprensible, los débiles rayos de la luna revelan un brazo por ahí, allá un tentáculo, un torso escamado; siempre en los límites de la visión.
                Cuando fija la vista, lo de ahí es un suéter, más allá hay una bufanda; lo de acá es simplemente el vestido de su hermana, el de las lentejuelas... Engaños.
                Ella sabe; en la oscuridad asechan los otros, los extraños...

II
No recuerda la última vez que se sintió segura.
                No recuerda hace cuanto podía entrar en el templo, recorrer las filas de asientos y llegar hasta el altar, observando al crucificado de escayola que, entre sangre, le observaba bondadoso y compasivo.
                Fue hace tanto... Antes de las clases de catecismo, cuando sólo iba al templo los Domingos, acompañada de su madre y sólo por unas horas... Fue hace tanto, antes de la escuela dominical; antes del viejo cura.
                Tal vez el primer temor se lo despertaron los ojos que la miraban fijamente, tal vez las manos que, durante los juegos, se detenían en ella sólo un poco más que en los otros niños y niñas.
                El viejo cura, con su voz grave y tranquilizadora, habló con su madre; la niña daba problemas, decía. Nada que unas clases especiales no pudieran arreglar, agregó; sólo tendría que quedarse unas horas más todos los Domingos, sólo hasta su primera comunión.

III
El miedo no es la oscuridad que los faros de los automóviles rompen.
                El miedo no son los vehículos que, día y noche, se arrojan sobre ella al cambiar del rojo al verde; ignorándola.
                El miedo no son las personas que pasan a su lado y desvían la mirada para no verle o arrugan la nariz ante su aroma; una niña que ha no ha tomado un baño en días o semanas.
                El miedo es el frío, el que te entra los huesos y no hay ropa, cobertores o periódicos que lo detengan.
                El miedo son los uniformados que arremeten contra ellos cuando, juntos y amontonados, se refugian del frío en una coladera. Toman a algunos, se los llevan y no se les vuelve a ver.
                El miedo es la cara amable que, desde una ventanilla de conductor, habla palabras cálidas y ofrece regalos, baño, una comida caliente... El miedo es el asiento del copiloto, el que toca con su mano, invitándola.

VI
Juntos, codo a codo, avanzan inseguros por la avenida. No son dos ni cien, no son la bestia negra con la que los noticieros alimentarán el miedo de la gente en la edición nocturna... Sólo son personas que, juntas, codo a codo, avanzan inseguras por la avenida.
                Se detienen, se miran entre ellos, temerosos... Las consignas, los cantos; callan.
                El miedo son los uniformados que hacen valla frente a ellos, son sus toletes y escudos, son las armas que disparan gases y bolas de goma... El miedo es un viejo conocido.
                No importa, atrás de todo hay un miedo mayor; el miedo a que nada cambie o que, si lo hace, sea para peor... El miedo a la perpetuidad de la amnesia histórica, a la garantía de impunidad; a la permanencia de la soberbia y la ignorancia en el poder.
                El miedo es un viejo conocido... Por eso ella enlaza sus brazos con quienes están a su lado, por eso vuelven las consignas y los cantos. Por eso siguen avanzando, cada vez más seguros, sobre la avenida...

Mario Stalin Rodríguez

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miércoles, enero 23, 2013

GENERALA


Ella se incorpora, se enfrenta a la bruja, cierra los ojos como pensando en lo que viene... Toma aire... Canta. Tal vez no es la voz más entonada ni el mejor registro. Tal vez no es el auditorio de mejor acústica, pero su voz llena el salón y los versos sardónicos llegan a cada oído. La ironía implícita se graba en la bruja y es su rostro desencajado el único premio posible a la mejor y más oportuna canción.
                Será, tal vez, que así también se hace la revolución, con sentido del humor.

Ella baila. En el salón de su casa o en el más oscuro club de la capital, ella baila. Bailó, en su momento, en la selva y en el Norte. Bailó en los salones de clases y en las escuelas tomadas. Bailó aquí y allende las fronteras. Baila, no con los píes (no siempre) sino con las ideas, cuando da cátedra...
                Ella baila y será, tal vez, que así también se hace la revolución; bailando.

Se preocupa y quiere, a veces, también odia. Escucha las alegrías y pesares de los otros y, a veces, se aburre a mares escuchándolos. Pero ella está ahí, escuchando, aconsejando; acompañando. Son las alegrías de los otros sus alegrías y comparte también sus pesares. Quiere a quienes los otros quieren y aborrece a quienes les hacen daño. Brinda a la salud de los otros y con ellos, a veces se distancian y las distancias que son tiempo los separan, pero ella está ahí para los otros y ellos están para ella... Ella es los otros, porque los otros es también de ella que aprendieron a ser.
                Será, tal vez, que así también se hace la revolución; con amigos.

Se apresura y nos apresura; ahora veremos esta parte, ahora recorreremos estas calles, aquí nos detendremos, diez minutos para estar en el agua, comemos esto y en este lugar, ustedes buscan hacia allá, nosotros hacia acá... Se apresura, marca el itinerario y, a veces, lo improvisa sobre la marcha.
                Será, tal vez, que así también se hace la revolución; apresurándonos.

Se lo toma con calma. Se despereza, se incorpora y pone un nuevo capítulo de la serie del momento en la televisión, se vuelve a acurrucar y disfruta, tranquilamente, del tiempo que pasa sin prisa...
                Será, tal vez, que así también se hace la revolución; con calma.

 Y así, con sentido del humor, bailando y con amigos. Apresurándonos o tomándoselo con calma, ella va cambiando el mundo. Lo cambia poco a poco, pedacito a pedacito, dando cátedra y cambiando la mente de quien la escucha, platicando y reafirmando sus amistades, en la familia, apoyándolos y apoyándose en ella...
                A veces, así se hace la revolución; cambiando el mundo poco a poco, pedacito a pedacito.

A mi hermana Teresa Azucena Rodríguez de la Vega Cuellar
En parte porque me apetecía dedicarle un cuento, así, sin ningún pretexto ni en fecha específica... Y en parte porque, lo sepa o no, se lo diga lo suficiente o no, día a día me va enseñando cómo cambiar el mundo poco a poco, pedacito a pedacito.
Mario Stalin Rodríguez.

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miércoles, enero 16, 2013

HORARIO DE PROTECCIÓN 02


Si, como ha quedado establecido anteriormente, restringir y hasta negar la sexualidad humana en los lugares frecuentados por los menores e, incluso, en aquellos a los que sólo potencialmente podrían llegar, más que una forma de protección para estos es, en el mejor de los casos, una ingenua forma de perpetuar su ignorancia y, en el peor de los escenarios, asegurar víctimas para los depredadores sexuales; queda entonces, el asunto de qué contenidos pueden o no ser adecuados para la formación sexual del individuo.
                No es extraño que los ánimos censores se escuden en argumentos del tipo; “formativo sí, arte sí, pero no pornografía”, estableciendo una distinción artificial y francamente difusa.
                Lo primero sería distinguir entre lo que es o no “formativo”, porque igualmente formativo (aunque de distinta forma) es un libro de texto que explique académicamente el bimorfismo sexual, como el juego del doctor que se practica entre niños y niñas. No se me malentienda; no son prácticas excluyentes, tanto más, sería deseable que fueran complementarias: En tanto el menor tenga más y mejor información sobre su propio cuerpo y genitalidad, mejor y menos peligrosa será su exploración y aprendizaje de los cuerpos y genitalidades de los otros.
                Es decir, antes que prohibir al menor el acceso a determinados contenidos (a los cuales, sobra decirlo, tendrá igual exposición por otros medios no controlables), es preferible dotarlo de las armas intelectuales necesarias para enfrentarse a estos y ser capaz de decidir por sí mismo el alejarse o no y de qué forma hacerlo.
                Si ya la distinción entre “formativo” o no es, entonces, complicada, más artificial resulta la que diferencia entre “arte” y “pornografía”...

Delimitando términos, podemos definir al “arte” como toda creación humana original que aspira a una reacción estética. La definición, intencionalmente amplia, puede agrupar tanto al neoclasicismo como al arte abstracto, tanto a la arquitectura como a la publicidad (si bien, siempre he defendido que, lejos de ser original, la publicidad parasita el arte, como parasita la psicología o cualquier otra disciplina de las que roba y bastardiza sus herramientas) y, por supuesto, la pornografía.
                Continuando con nuestra delimitación, podemos definir a la pornografía como toda creación humana que busca la excitación sexual a través de medios distintos al contacto físico. La definición, también intencionalmente amplia, puede abarcar tanto la escultura, como la literatura, la arquitectura, la fotografía y, por supuesto, la publicidad (que, por supuesto, se apropia de ésta y la prostituye para lograr sus objetivos).
                Nótese que la misma definición podría ser utilizada para explicar el “arte erótico”; finalmente, la excitación sexual conseguida por medios distintos al contacto físico es, por supuesto, una reacción estética del individuo ante una determinada obra...
                El intentar, por distinto camino, establecer la diferenciación no ya por sus objetivos (provocar una reacción estética), sino por el grado de explicites de sus contenidos, es decir; entra más explícito, más pornográfico, es exhibir un desconocimiento total de la historia del arte y de los usos que de éste se han hecho a lo largo del tiempo y en todos los puntos del orbe.
                Muchas de las piezas que museos artísticos o históricos exhiben, desde los mosaicos de las termas grecolatinas, pasando por las esculturas hindúes y las tallas africanas, las creaciones de los indígenas americanos en tiempos precolombinos o las pinturas rupestres y las llamadas Venus prehistóricas, hasta las obras del renacimiento y, sobre todo, el barroco, buscaban, no se dude, la excitación sexual de los individuos por medios distintos al contacto físico.
                Acotemos lo necesario, defender a la pornografía como una creación humana que busca una reacción estética no implica, en ningún momento, que el argumento pueda utilizarse para defender la ignominia. Muy distinto es el caso de una persona física y psíquicamente formada que decide, libremente, exhibir su desnudez y sus prácticas sexuales para el disfrute erótico de los otros, a imponer a quien no puede defenderse ni elegir su desnudez y sexualidad, ni la exhibición de éstas.

Mario Stalin Rodríguez

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miércoles, enero 09, 2013

HORARIO DE PROTECCIÓN 01


Retomemos la pregunta ¿hasta dónde puede llamarse “protección” perpetuar la ignorancia?
                Acotemos, en ningún momento es legítimo sugerir la exposición de los individuos a contenidos que, por cuestiones de su desarrollo físico y mental, no están en posición de entender adecuadamente. Ello es válido para los menores de edad en lo referente tanto a temáticas que podrían considerarse “pornográficas”, como en cuanto al cálculo diferencial.
                Es decir, nadie con dos dedos de sentido común expondría a un infante a ecuaciones propias de un catedrático del MIT, al menos, claro, que el niño demostrara interés en ello...
                No se me malentienda, no pretendo meter en un mismo saco las matemáticas avanzadas y aquello a lo que algunos podrían llamar “pornografía”, sólo subrayar un punto; más allá de las cuestiones meramente calendáricas (como la edad), cada individuo se desarrolla a ritmos distintos y apropia del mundo distintas cosas en distintos momentos, dependiendo, siempre, de las armas que posea para enfrentarse a ellas.
                Suponer que alguien puede enfrentarse a una ecuación diferencial y resolverla mágicamente al ingresar al bachillerato, sin haber recibido una formación matemática adecuada, es tan absurdo como creer que la gente carece de genitales y curiosidad sexual hasta cumplidos los 18 años...
                La nuestra, en tanto humana, es una sociedad altamente sexualizada; porque el hombre es un animal altamente sexualizado. Ello es cierto en toda sociedad humana, no en distinto gradiante sino de diverso modo, en cualquier parte del orbe y en cualquier momento de la historia. Negar la genitalidad humana es, entonces, un anacronismo demostrativo de un retraso mental grave y eso, en el mejor de los casos... En el peor de ellos, es preparar víctimas para la bestia.
                Pretender sustraer a los menores de su propia y ajena genitalidad, es negarles las armas adecuadas para enfrentarse a la sociedad y encaminar su curiosidad hacia aquello a lo que no están preparados para entender adecuadamente...
                La incidencia de embarazos adolescentes va de la mano con la disponibilidad de los menores a métodos anticonceptivos y a la información que sobre su uso y su propia sexualidad posean. La ecuación es simple; a mayor información y disponibilidad, menor incidencia de embarazos entre adolescentes.
                Una lógica similar puede aplicarse al hablar sobre depredadores sexuales. Múltiples investigaciones periodísticas y legales han demostrado que los foros y lugares clasificados como “+18” son, justamente, algunos de los sitios preferidos por los pederastas para buscar a sus víctimas.
                Las mismas investigaciones precisan que la mayoría de los menores que llegan a estos sitios lo hacen, justamente, movidos por el morbo de lo prohibido, es decir; entre más se les niega el acceso, mayor es su deseo y perseverancia para entrar... La conclusión trágica es, precisamente, que los menores con menor grado de formación sexual previa, son quienes mayormente caen en manos de los depredadores que en estos sitios medran.
                Aquí, entonces, un punto a desarrollar; tal vez nos estamos equivocando en el debate; no se trata de qué tan alto es el grado de sexualidad al que los niños están expuestos, sino de qué armas les estamos dando para enfrentarse a ella...

Mario Stalin Rodríguez


Y sí... Se acabaron las vacaciones...

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