miércoles, agosto 26, 2015

SOBRE LOS SAPOS

de brujas y princesas

Te contaré un secreto.
            Es cierto, no es un gran secreto. De hecho, dependiendo de a quién le preguntes; a veces ni siquiera es un secreto...
            Es un secreto pequeño, minúsculo; un secreto a voces, como lo son todos los secretos que cambian el mundo. Es mi pequeño secreto y quiero contártelo: Las brujas existen.

Ya está; ese es mi secreto.
            No me mires así; no te lo cuento para que te asustes... Las brujas existen, sí; y eso es bueno, porque es muy divertido ser bruja, mucho más que, por ejemplo, ser princesa.
            Las princesas, por ejemplo, creen que es bueno que existan sapos porque, besándolos, encontrarán a su príncipe. Lo que, si me preguntas, es una manera bastante tonta de buscar príncipes; con lo fácil que es encontrarlos en los castillos.
            Las brujas, en cambio, saben que es importante que existan sapos porque se comen a los mosquitos... Y no, las brujas no besan sapos; porque saben que lo único que pueden encontrar besándolos, es una infección en los labios. Y aunque se encontraran un príncipe, ¿quién quiere encontrarse un príncipe lo suficientemente tonto, como para dejarse convertir en sapo?
            Además, las brujas pueden vestirse de negro; que es un color maravilloso para meterse en charcos y pantanos, para trepar por los árboles y explorar cuevas, para correr entre el pasto y el polvo y hasta para dar maromas. Si te manchas, como es negro, casi nunca se nota.
            Las princesas, en cambio, deben vestirse de rosa, blanco, azul celeste y otros colores horribles. Colores que se manchan sólo de mirarlos, no hablemos ya de dar marometas en el patio. Y es que encima, los vestidos de princesa llevan moños, holanes y encajes, que se atoran en las ramas y se rasgan con las piedras; ni pensar en subir un arbolito de nada, porque el vestido terminaría hecho una pena.
            ¿Ves? Las brujas existen... Y es más divertido ser bruja.

Y es que, ¿sabes? Este secreto tiene otra parte. Una parte importante que aún no te he contado; las brujas pueden hacer magia.
            No, no es la magia que convierte a los príncipes en sapos; en el fondo, todos los príncipes son sapos. Peor aún, son sapos inútiles, porque al menos los sapos sapos se comen a los mosquitos y los príncipes no sirven ni siquiera para eso.
            No, la magia de las brujas es distinta; es la magia que puede cambiar el mundo. No es una magia de hada madrina que haga aparecer vestido, es una magia mejor; es la magia de enseñar a las niñas que los sapos comen mosquitos, de enseñarles a trepar árboles y brincar charcos, de sumergirse hasta las rodillas en los pantanos y explorar cuevas y, sí, también de enseñarles a correr por los pastos y a dar marometas en el patio... Y siempre será más divertido andar trepando árboles que besando sapos.
            ¿Ves? Las brujas existen y es más divertido ser bruja; porque las brujas hacen que el mundo sea un lugar mejor.

Mario Stalin Rodríguez
Para Sofia, así, sin pretextos ni fechas especiales; porque ha sido un privilegio ver como creces y vas inventando tu propia magia.

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miércoles, agosto 19, 2015

LA PERSISTENCIA DE LA IMAGEN

"Sólo otra realidad, cualquiera que sea, puede colocarse en vez de aquella que se quiso expresar, y, siendo diferentes entre sí, mutuamente se muestran, explican y enumeran, la realidad como invención que fue, la invención como realidad que será."
José Saramago
Cuadernos de Lanzarote

Formas, colores, situaciones; historias. Absorbemos el mundo en sus imágenes, nos nutrimos de su luz y hasta las propias calles que miramos nos definen. El 80% de la información que del exterior recibimos, dicen quienes saben, la obtenemos por lo ojos.
            A través de las imágenes también representamos nuestro mundo y a nosotros mismos nos definen las imágenes que del mundo presentamos. Por la imagen nos mostramos a los otros y de ellos consumismos sus imágenes.
            Es decir; las imágenes que producimos, conciente o inconscientemente, comunican: porque aquello que dibujamos (si dibujamos), aquello que fotografiamos, los vestidos que portamos, los adornos que elegimos, los movimientos de nuestras manos y cuerpos, y hasta el espacio que abarca la mirada y la dirección que le damos de nosotros hablan. Como de nosotros hablan, incluso, la forma que a nuestras letras (cada una y en su conjunto) damos y hasta los aparentemente azarosos trazos con los que adornamos nuestros apuntes.
            Es decir; de los otros también absorbemos sus imágenes: no sólo la pintura que en la blanca pared de un museo nos espera, también, y sobre todo, la imagen de aquellos con los que convivimos; de aquella que frente a nuestros ojos está aprehendemos (y no hay aquí falta de ortografía) su sonrisa y su peinado, su vestuario y la dirección de su mirada, sus lunares (cada uno y en su conjunto) y hasta la ubicación de estos en su cuerpo.
            Pero a los otros los absorbemos también por las imágenes que tras de sí dejan. No sólo la pintura que en la blanca pared de un museo nos espera; las obsesiones de la persona se reflejan en aquello que al margen de sus escolares apuntes dibuja; su visión del mundo se refleja en el fragmento de realidad que fotografía y la propia imagen nos habla de la historia de aquellos que como actores en ella aparecen.

Aquí es conveniente detenerse un momento. La imagen fija (dibujo, pintura, fotografía, rayones y hasta la combinación de algunos o de todos sus tipos) comunica desde distintos niveles; comunica desde sí misma y por aquello que representa.
            La imagen fija nos habla de su autor, de sus actores, del fragmento de realidad que representa, del momento en que fue creada y hasta de la sociedad que la acepta, la ignora o la rechaza.
            Es pertinente dejar esto en claro; la imagen fija retrata sólo un fragmento de la realidad, aún la más nítida de las fotografías, aún el más fiel de los trazos retrata sólo y solo (no es lo mismo) aquello que su autor quiso mostrar.
            La imagen fija no presenta jamás la realidad entera, sólo un fragmento de ella. Reflejo deformante que interpretamos, sí, en función de su nitidez y fidelidad, pero también en función de aquello que omite y de aquello que, sin estar ahí, en ella vemos.

Es decir; la fotografía es también el discurso del fotógrafo.
            Permítaseme el chiste fácil: Un fotógrafo camina con la cámara preparada, una voz de auxilio le saca de su ensimismamiento; a pocos metros de él, el auto del jefe de Estado de su país se tambalea precariamente sobre un precipicio. No hay tiempo, es tomar la fotografía o ayudarle. El fotógrafo, entonces, se enfrenta a una difícil disyuntiva; la foto ¿con o sin flash?
            Lo anterior no es reflexión inútil ni humorismo gratuito. Al abordar los trabajos de cualquier fotógrafo, es la reflexión que nos asalta; la forma en que el discurso del fotógrafo se impone a la realidad que representa... No sólo por la elección de lo retratado, sino, sobre todo, por la forma en que lo presentan; si el entorno cambia, si la realidad muta, ¿para qué hemos de conformarnos presentándolas (representándolas) como insectos fijados en una vitrina?

Mario Stalin Rodríguez

Según recuerdo, este texto fue escrito en 2010 para acompañar el catálogo de una exposición fotográfica. No recuerdo si la exposición era de un fotógrafo, de un grupo de estos o era de fotos temáticas. Supongo que la exposición debió llamarse "Landscape" porque ese es el título del archivo de texto y, la verdad, no sé si el texto se llegó a incluir o no en el catálogo, supongo que me desentendí del asunto una vez entregado el texto... Lo recupero ahora porque me lo encontré en mi archivo y, la verdad, me gusta cómo me quedó.

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jueves, agosto 13, 2015

6 MONO, LA PRINCESA GUERRERA

género, roles y sociedad
Princesa 6 Mono, ataviada como guerrera (Códice Selden)
“Todas las personas, sin importar su género, pertenecen simultáneamente a múltiples comunidades diversas y cambiantes (…). La protección de diversas identidades ayuda a oponer resistencia y vencer a aquellas fuerzas políticas que quieran negar cualquier posibilidad (…) de la igualdad de género”.
Farida Shaheed
Relatora Especial en Materia de Derechos Culturales
UNESCO

La sociedad somos todos; todos construimos en el día a día, por medio de nuestras acciones e interacciones, a la sociedad. Y ello es, además, una relación recíproca, porque la sociedad, por medio de sus acciones e interacciones, nos construye.
            En este entendido, es imposible comprender una sociedad sin comprender las relaciones y roles de cada individuo en ella. De estos, no se dude, los roles de género son una parte importante; una sociedad se explica, en buena medida, por los roles que cada género juega en ella.
            Y lo que es cierto para las sociedades actuales, lo es también para entender las del pasado.

Es común asociar a las culturas precolombinas con prácticas de exclusión y discriminación de género, por las cuales las mujeres se verían relegadas a funciones domésticas. Lo que es, cuando menos, inexacto.
            Existen diversos documentos y pruebas que muestran que, en diversas civilizaciones prehispánicas, las mujeres jugaron papeles preponderantes en la vida social, religiosa y política. Ello puede observarse tanto en diversos pueblos del área Maya, como entre culturas del altiplano central y en la zona Mixteco-Zapoteca. A lo largo de todo el territorio actual de México, las diosas, las guerreras; las mujeres cambiaban, cambian, el mundo.

Entre los documentos precolombinos aún disponibles de la cultura Mixteca, por ejemplo, se puede destacar el mito de la Princesa 6 Mono, quien fuera guerrera y posiblemente gobernante de los mixtecos de Jultepec. Contenido fragmentado tanto en el códice Sendel como en el Nuttall...
            También llamada “Quechquemetl de Serpiente” (por la prenda de vestir con la que normalmente es retratada), 6 Mono estaba destinada a heredar el gobierno de Jultepec, a lo que se oponía el noble 3 Lagartija, quien se consideraba a sí mismo el único con el derecho a decidir los destinos de aquel pueblo.
            Múltiples fueron los enfrentamientos entre ambos personajes hasta que, finalmente, poco antes de la boda de ésta con 11 Viento, la princesa guerrera logra la victoria sobre su enemigo y sus aliados, los señores de los Cerros de la Luna y el Abejorro.
            Concluida la guerra y condecorada como victoriosa, la princesa contrae matrimonio, asumiendo, probablemente, el gobierno de Jultepec (aunque en los documentos no se muestra su coronación), hasta que, víctima de una traición, muere junto a su esposo y los hijos de éste a manos del señor 8 Venado, gobernante de Tilantóngo.

Lecturas recomendadas:
Cecila Rossell y María de los Ángeles Ojeda Díaz. (2003). Las Mujeres y sus Diosas. México: CIESAS.
Nelly Gutiérrez Solana. (1992). Códices de México. México: Panorama Editorial.
Laura Nonn et. al. (2014). Igualdad de Género. Patrimonio y creatividad. Argentina: UNESCO.
Maarten Jansen. (1997). LA PRINCESA 6 MONO Y EL HÉROE 8 VENADO: una epopeya mixteca. En Historia del Arte de Oaxaca. Arte prehispánico (212-232). México: Gobierno del Estado de Oaxaca.

Mario Stalin Rodríguez
Asesor Educativo
Departamento de Comunicación Educativa
Museo Nacional de Antropología

(Texto preparado para el “Programa de Educación Patrimonial para Verano 2015. Museos, Género y Patrimonio Cultural”)

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jueves, agosto 06, 2015

Fauna informática 07

LORZAGIRL
o de la mejor manera de ver el mundo

Recuerdo bien cuál fue mi primer encuentro con Lorzagirl.
            Fue, como muchas cosas en esto de la internet, culpa de los chicos de ADLO. Recuerdo haber pensado algo como “esta chica dice cosas que yo habría podido decir de distinta manera, pero no mejor que ella” (vale, más probablemente algo como “anda, es chica... Y habla de cómics”).
            Hablamos de un tiempo, Junio de 2006, en el que estos bites aún no tomaban su forma actual y yo no solía comentar demasiado en los blogs que leía (en aquel entonces, además, no demasiados), lo cual hacía, además, en los tiempos libres que me dejaba mi actividad periodística y en las madrugadas (vamos, como hoy) y tenía la firme convicción de no comentar en ningún lado del que no hubiera leído todo lo publicado...
            Me tomó casi dos meses empezar a escribirle comentarios y, según puedo ver, no lo hacía demasiado seguido...

El asunto es que la leía y lo hacía, además, con avidez.
            Poco a poco fui enterándome de su vida y obra, de sus relaciones, de sus amistades y de su familia... Y conforme más leía de ella, más quería leer.
            Porque Lorz tiene una curiosa forma de ver el mundo, la cual podría resumirse más o menos en aquello de “la vida es un asunto demasiado serio como para tomársela en serio”... Y conforme más leía a Lorz, más iba aprendiendo a conocer el mundo a través de sus ojos y familiarizándome con sus viej…Ancianas, con sus brujas y reyes majos.
            Iba aprendiendo cómo ella veía el mundo y haciendo, así, mi propio mundo más amplio y mejor...

Porque este es el asunto con Lorz; aún sin proponérselo y desde su muy particular manera, va haciendo mejor el mundo por el simple hecho de contarlo como lo cuenta... O, al menos, va haciendo que la visión que del mundo tiene quien la lee sea más amplia y esa, no se dude, es también una forma de hacer mejor el mundo.
            Y así iba leyéndola y, poco a poco, comentario a comentario, fuimos entablando algo que podría llamarse relación amistosa... Nos encontrábamos en diversos blogs y comentábamos sobre diversos temas.
            Y así iba leyéndola y, supongo, a veces ella también me leía... Y así íbamos encontrándonos hasta que un día llegué a Madrid y nos encontramos.

Y después de ello, seguimos encontrándonos por estos bites.
            Y seguí leyéndola y llegué a curarme con ella... Allá por 2011, se sabe, el mundo fue de pronto extraño y solitario. Me cambiaron las reglas del juego demasiado pronto y sin avisarme y tuve que aprender a reconstruirme.
            Lo he dicho antes. Fue en parte gracias a nuevas presencias en mi vida y en parte gracias a ciertas personas en estos virtuales lares, que pude aprender a reconstruirme. De éstas últimas, no se dude, Lorz ocupa un lugar importante.
            Así que seguí leyéndola, construyéndome de ella...
            Y mi vida fue cambiando... Y su vida fue cambiando.
           Y seguía leyéndola y seguíamos encontrándonos... Hasta que un día, hace no demasiado, volvimos a encontrarnos.

Y hoy (bueno, la semana pasada) su blog cumplió 10 años.
            Y yo le debía una especie de homenaje, sí... Pero, sobre todo, le debía (y debo) todo mi agradecimiento.


Mario Stalin Rodríguez

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