miércoles, octubre 11, 2017

DESPROPORCIÓN

Ara i aquí és el moment del poble.
No serà nostre si no hi som totes.
És part de tu, també és part de mi.
Viure vol dir prendre partit”*.
Txarango
Agafant l'horitzó (Agarrando el Horizonte)

Ante todo, permítaseme la Excusatio non petita; no otorgo ningún poder a las banderas, a las fronteras ni, en última instancia, a las naciones como conceptos abstractos. Entiendo el poder del símbolo, pero estos, en particular, no me representan ni los respeto.
            Entiendo, sin embargo, los procesos de conformación de las identidades colectivas y de la apropiación de símbolos identitarios entre individuos, en cualquier otro aspecto, confrontados.
            En este sentido, no me es difícil comprender que bajo la misma bandera se arropen, en un momento dado, gente de izquierda y de derechas... Y entiendo, también, que pasado el contexto determinado, la confrontación permanece.
            Lo que no entiendo es tratar de reducir los procesos históricos a un contexto determinado y a la simplista oposición de una bandera con otra... A las banderas debe oponerse la razón, nunca otra bandera.

Y será que de banderas y simplismos se trata, en parte, todo esto.
            Tratar de reducir el largo conflicto catalán (y de otras regiones autonómicas de España) a la actual oposición entre dos grupos de intereses económicos (ambos plegados, más bien, hacia la derecha), habla, cuando menos, de un desconocimiento de la historia de la península ibérica en general y, en particular, de una defensa, no demasiado encubierta, de la ignominia que representó (y aún representa) el franquismo para los pueblos españoles.
            Aquí el plural es pertinente; pueblos españoles.
            La conformación actual de la nación española no es un proceso lineal ni único. Abarca multitud de experiencias, multitud de identidades, multitud de idiomas y multitud de historias... No hay una España “grande y única”, sino muchas Españas, cada una con su identidad y su historia.
            Sin embargo, la conformación actual de la identidad española pasa por el vergonzante proceso de negar su diversidad, por decreto y mediante la fuerza.
            No se trata sólo del prolongado intento de negar la herencia árabe que dejaron casi ocho siglos del Al-Ándalus en la península ibérica, sino de las acciones que, desde el poder político, se han tomado para perseguir y exterminar las identidades autonómicas.
            Durante el franquismo el expresarse en un idioma que no fuera el español era perseguido y castigado con cárcel y tortura. Aún hoy, los intentos de las comunidades autonómicas por recuperar sus identidades, historias particulares e idiomas, son calificados desde la derecha española (no precisamente “heredera”, sino simple continuación del franquismo) como prácticas para “romper la unidad de España”.
            Como si la unidad sólo pudiera significar homogeneidad y no diversidad.

Es en este escenario en el que se da el procés que alcanzará su clímax con el referéndum del 1° de Octubre y cuyo último capítulo, de momento, es la declaración de la Independencia y República Catalanas del 10 del mismo mes, declaradas “en suspenso” escasos segundos después.
            Es cierto, la administración encabezada por Carles Puigdemont representa una derecha empresarial, cuyo principal interés en la independencia catalana es el manejo de los recursos financieros y del boom turístico.
            Como cierto es que el referéndum convocado por éste adolecía de múltiples limitaciones y grandes lagunas... Y cierto es que éste agrupó no sólo a quienes apoyaban a Puigdemont, sino a colectivos que, en otros escenarios, serían sus opositores... Tan cierto como que este apoyo poco o nada se debió al trabajo de Puigdemont, sino a las acciones tomadas desde Madrid.
            La completa incapacidad de la derecha gobernante y de la vergonzante “izquierda” representada por PSOE, que partieron de declarar “ilegal” el referéndum y siguieron con confrontar directamente, no al gobierno autonómico, sino a toda la población catalana, con el uso de la Policía Nacional como si de una fuerza de ocupación se tratara; sólo logró agrupar a prácticamente todos los grupos ideológicos catalanes en torno no a la idea de “independencia” como tal, sino al derecho de los colectivos a participar de la decisión sobre su futuro.
            A ello debe sumarse el resurgimiento, no precisamente mayoritario, pero sí particularmente notorio, de grupos neofascistas que, a lo largo de toda España, enarbolan los símbolos e ideas del franquismo y una clase monárquica anquilosada y cuyo tiempo (si alguna vez lo tuvo) pasó hace demasiado.
            Son ellos (y sólo ellos) quienes aplaudieron los toletes y las balas de goma que la Policía Nacional utilizó, de nuevo, no contra los convocantes del referéndum, sino contra civiles desarmados el 1° de Octubre (dejando casi un millar de lesionados).

El resultado no podía ser otro.
            Más allá de disuadir la participación ciudadana en el ejercicio, la represión y exaltación del franquismo, sólo provocaron que ésta fuera mucho mayor a la que los propios convocantes esperaban, con una mayoría abrumadora a favor del SÍ a la independencia e instauración de una república.
            Sin embargo, los ánimos bélicos del palacio de la Moncloa, de la falsa izquierda, de los fascistas y del anacrónico monarca, se han topado con la suspensión de la declaratoria de independencia y la apertura de espacios para el diálogo y los acuerdos.
            Puigdemont, por supuesto, sólo está siguiendo el guión que tenía marcado desde el principio y éste obedece únicamente a sus intereses económicos y políticos... Sin embargo y aún en contra de estos, el pueblo catalán salió a las calles y las tomó como propias; sería de desear que no vuelvan a abandonarlas.
            Porque la voz de las calles es necesaria para que nunca más las banderas del fascismo intenten enmudecer la historia, ni el grito de la gente se intente acallar con toletes y balas de goma.

Mario Stalin Rodríguez


* Aquí y ahora es el momento del pueblo.
No será nuestro si no estamos todos.
Es parte de ti, también es parte de mí.

Vivir significa tomar partido.

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4 Comments:

Blogger Shi Sakebi said...

Necio Hutopo, estoy bastante de acuerdo con tu texto, en líneas generales, pero adolece de información sesgada.
Por una parte, fueron ochocientos y pico INCIDENTES, no lesionados (lesionados fueron como veintialguno, creo, la mayoría policías nacionales y guardias civiles).
Por otra, en el referéndum del 1º de Octubre la gente votaba cinco y seis veces porque podía (demostrado en vivo y en directo el mismo día), lo cual demuestra que no se puede tomar el resultado como fiable, por no mencionar que el censo general significa que todos los datos de los votantes catalanes están flotando por algún sitio en la red, a la espera de que algún hacker espabilado se los apropie, si no lo ha hecho ya.
Además, los dos millones de votos que se recogieron no suman de ninguna manera todos los votos que se habrían recogido si hubieran votado todos los habitantes de Cataluña en edad de votar.
Cierto es, el Gobierno español no ha estado a la altura, pero el catalán tampoco, porque lo que hace se llama demagogia y apelación al sentimiento, cuando de lo que se trata, tanto para un bando como para el otro, es de hacer política, y están demostrando que ninguno de los dos sabe.
No soy pro-independentista, pero sí soy pro-referéndum. Eso sí, con todas las garantías.
Y no me enrollo más, que más que un comentario estoy es casi otro post.
Salud.

1:18 a.m.  
Blogger Necio Hutopo said...

Debo reconocer, Shi Sakebi, que para señalar a mi texto de "adolecer de información sesgada", citas datos poco o en lo absoluto comprobables.
Lo primero, la cantidad de "incidentes", por mucho, superior a la que señalas... El número que se maneja es el de aquellas personas que requirieron algún tipo de intervención ya sea por parte de paramédicos o, en los cxasos más graves, hopitalaria.
El número de "policías y guardias civiles" lesionados fue de escasos 24 el día 1° de Octubre y 238 a la mañana siguiente... Lo que demuestra que algo pasó en el barco de Piolín, pero eso no tiene nada qué ver con los catalanes.
Y lo de "votar cinco o seis veces" el mismo día... Fue una nota aparecida en medios afines al PP que nunca pudo ser comprobada... ¿Hablamos de información sesgada?
Y de los dos millones, sin meterme demasiado en matemáticas, de entrada, son muchísimos más que la última votación del PP en Cataluña.

12:28 p.m.  
Blogger Shi Sakebi said...

Hutopo, lo cierto es que paso mucho de discutir. Tú dices que mis datos son escasamente comprobables y yo no veo en ningún sitio dónde comprobar los tuyos. En cualquier caso, ni el Govern catalán ni el español han brillado por su buen hacer, sino más bien al contrario. Y, por mucho que esos dos millones superen a los votantes del PP en Cataluña, no superan a los otros tres que no votaron y que, en las últimas elecciones, votaron a otros partidos.
El Govern catalán (en funciones, debería decir, puesto que se han saltado todo el marco legal que les otorgaba legitimidad, empezando por su propio Estatut) posee una mayoría parlamentaria, cierto, amparándose en tecnicismos legales (qué bien les va la ley española cuando pueden usarla para lo que les interesa, ahora que lo pienso), pero el resultado electoral fue 47,7% (el decimal es de memoria, no lo tengo del todo claro) en pro de la independencia catalana y un 52,3% en contra.
Pues bien, desde primeros de septiembre, ese 52 y pico por ciento está siendo flagrantemente ignorado por quienes lo gobiernan. Lo siento, pero semejante actitud no merece mis aplausos, cualquiera que alcance el poder no se debe sólo a los que le votaron, sino a todos los que gobierna, lo voten o no.
De hecho, al día siguiente de las elecciones catalanas de 2015, el señor Artur Mas le decía a Puigdemont (antes de adquirir la sana costumbre de taparse la boca para que no le lean los labios), cito: "hem arreglat al Parlament el que han espatllat les urnes". Traducción literal: "hemos arreglado en el Parlamento lo que han estropeado las urnas".
Si a ti esto te parece democracia, a mí, no.

9:22 a.m.  
Blogger Necio Hutopo said...

Lo de comprobar datos es cosa más o menos fácil, basta con hacer una búsqueda no demasiado restringida sobre términos como "lesionados 1° de octubre Cataluña" o "votación histórica PP Cataluña"...
Todo lo demás es un asunto de cómo usar matemáticas... Yo no sé qué habrían votado quienes no votaron en el Referéndum, por lo que no podría afirmar, tan alegremente como tú, que por no votar están automáticamente en contra de lo votado... Supongo que habría una solución para eso; permitirles votar sobre si quieren o no la independencia catalana.
Y de eso se trata todo esto, no de si nos gusta o no la actuación de Puigdemont (que a mi no me gusta nada) o de Rajoy (que condeno con todas sus letras), sino de si es legítimo ahostiar y disparar balas de goma a personas que sólo metían papeles en urnas...
O si imponer un gobierno sin votación de por medio, encabezado por figuras señaladas por su participación en casos de corrupción e intervenir medios de comunicación para que sólo digan lo que a estas figuras quieren, califica como "democracia"... Y va a ser que no.

11:42 a.m.  

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