jueves, abril 12, 2018

Colibrí


(Tocado y pintura corporal extraídos de estatuillas femeninas encontradas en la Isla Jaina, sitio arqueológico maya)

No acabarán mis flores,
No cesarán mis cantos.
Yo cantor los elevo,
Se reparten, se esparcen”.
Nezahuacoyotl
No acabarán mis flores


No hay un colibrí, sino múltiples especies de estas aves. En México habitan unas 57, 13 de las cuales son endémicas del territorio y, de éstas últimas, 7 se encuentran en peligro de extinción.
            De ahí que no resulte extraño el que estas aves, notorias ya sea por su plumaje,  el zumbar característico de su vuelo o el canto de algunas de las especies, fueran asociadas dentro de los pueblos precolombinos como animales míticos.
            Los primeros vestigios asociados a estas aves se han encontrado en el área de influencia Olmeca. Como mucho de lo relacionado con esta cultura (que se desarrolló entre el 1200 y el 400 a.C.), sólo se puede especular sobre la funcionalidad de las pequeñas piezas de piedra verde talladas en forma de cabeza de colibríes.
            La hipótesis más aceptada es que estos fueran utilizados a manera de perforadores rituales, empleados ya sea para escarificaciones o sangrados superficiales ceremoniales. Idea que se respalda en el material empleado, ya que la piedra verde (no necesariamente jade, pero asociada a éste) era considerada preciosa y su empleo se restringía a usos religiosos.
            Esta asociación se refuerza por la visión que de los colibríes se tenía en algunas culturas que, en tiempos del Preclásico, tuvieron un fuerte contacto comercial y cultural con ésta cultura, como los mayas en el Sur-Sureste del actual territorio mexicano y prácticamente toda Centroamérica.
            Entre estos pueblos se asociaba a los colibríes con el autosacrificio, ya que se identificaba el acto de extraer el néctar de las flores con el proceso de extraer la sangre mediante punciones que los nobles se realizaban a sí mismos.
            En estos pueblos, sobre todo entre los que se desarrollaron en la península de Yucatán, se consideraba a los colibríes también como mensajeros divinos, probablemente por lo rápido de su vuelo.
            También eran asociados a la sexualidad masculina, como puede inferirse del fragmento que sobre el origen de estas aves del Chilam Balam de Chumayel:

Y bajó Pzimlitec, el de los huesos verdes, al pie de la flor, y el que es Eterno (el dios creador celeste) lo transformó en colibrí, y entonces chupó la miel de la flor, de la flor de los nueve pétalos, hasta lo más adentro de ella. Y entonces tomó por esposa a la flor vacía, y salió el espíritu de la flor a vagar. Cuando se abrió el cáliz de esta flor, el Sol estaba dentro, y en medio de ella se leía su nombre. Y sucedió que suspiraron llenos de deseo los Trece dioses”.

Si bien el texto ya es de tiempos coloniales y puede, por ende, mostrar una fuerte contaminación occidental o de otros pueblos indígenas como los nahuas, algunas piezas arqueológicas parecen confirmar este pasaje, sobre todo varias encontradas en el territorio de la actual Guatemala, que muestran a una mujer desnuda con un colibrí estilizado colocando el pico entre sus pechos.

Entre los pueblos del centro de lo que actualmente es México y particularmente entre los del área de influencia mexica, se asocia a estas aves con los guerreros, debido en parte a su relación con el principal dios mexica, Hutzilopochtli (literalmente; Colibrí del Sur), quien naciera del embarazo inmaculado de Coatlicue tras acunar entre sus pecho una bola de plumas de colibrí.
            Entre los pueblos nahuas del centro de México se consideraba un augurio de protección encontrar a estas aves entre los cultivos y su plumaje era empleado en diversas formas de arte plumario, como el mal llamado penacho de Moctezuma.

Mario Stalin Rodríguez
Asesor Educativo
Museo Nacional de Antropología

Bibliografía
1988. Libro del Chilam Balam de Chamuyel, Traducción al castellano Antonio Mediz Bolio. Prólogo, introducción y notas Mercedes de la Garza. Secretaría de Educación Pública--Cien de México, México.
De la Garza Mercedes, 1995, Aves Sagradas de los Mayas. Centro de Estudios Mayas del Instituto de Investigacionnes Filológicas, Universidad Autónoma de México –UNAM-, México.
De la Garza Mercedes, 2001, Las Aves en el Mundo Maya Prehispánico, en “la Pintura Mural Prehispánica en México II, Area Maya Tomo III Estudios”. Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Estéticas, México.

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